Normal. Si, claro. Soy un tipo normal. Yo me considero de lo
más normal…
Un buen hijo. Ayudo a mis padres, cuido de ellos, les invito
a comer, de viaje… hijo modelico.
Hubiera sido un buen hermano si mis padres hubieran tenido más
hijos. Se casaron tarde, ya mayores. Por eso me cuidaron. Pero he tenido
amistad con otras personas. Otros hombres. Contactos, risas… hasta creo que soy
buen amigo. Nadie tiene quejas de mí. No soy el rey de la fiesta pero suelo
acudir a todos los eventos. Como uno más. Partidos, cumpleaños, bautizos… aunque
nada de lo que suceda me interese. Pero creo que eso es normal…
Mi mujer me respeta y quiere. No puede tener queja. Nos
conocimos en la carrera y desde novios
planeamos una vida juntos. Vale que no sea la más guapa, pero yo tampoco soy Brat Pit. Somos normales. A
mi me basta. No necesito nada más.
Cuando nació el primero de mis dos hijos sentí algo especial.
Algo que me sacó de mi normalidad. Fui especial. Por unos años cambié. No era
todo tan normal. Mis chicos eran especiales… todo era especial. Se salían de lo
normal. Hasta que crecieron y se convirtieron en mas del montón. En ovejas
tristes que hacen lo que todo el mundo hace. Se convirtieron en normales. Algo
de nuevo se rompió dentro de mí. Volvió esa sensación de normalidad. Ese asco
interior. Ese verme en el espejo y sentir que toda mi vida es normal.
Asquerosamente normal.
Por eso no puedo evitar odiar a toda esa gente que no es
como yo. Que no es normal por eso no he podido evitar robar aquella noche ese
coche y atropellar a esa gente que esperaba tan normal el autobús en la parada.
Por eso he sido incapaz de no estrangular a ese taxista tan parlanchín que me
contaba con toda normalidad su vida. Ya se que aquel chica que me ligué en una
convención no tenía la culpa de ser normal, pero en el fondo le hice un favor. Por
eso he tenido que empujar a esas ancianas por la escalera que esperaban una
muerte normal debida a la vejez… Estoy harto de la gente normal.
Para mí eso todo eso
que siento es normal. Y lo mejor de todos es que camino por la calle cada día cruzándome
con amigos y desconocidos y en el fondo
todos piensan que soy normal y solo algunas noches cuando abandono esa
normalidad logro sentirme especial. Pero es una suerte que a los ojos de todos
yo siga siendo normal.